Cestas de mimbre
Las cestas de mimbre no son solo recipientes para almacenar revistas, depósitos donde ubicar la ropa, o un cajón más en el que almacenamos inmensidad de utensilios de limpieza. Un cesto de mimbre representa un toque de calidez, de algo rústico en nuestros hogares cada vez más abarrotados de lo artificial.
Ver catálogo completo de cestas de mimbre



































































































Ver más ofertas de cestas de mimbre
Decora tu hogar con una cesta de mimbre
Asi sea que compremos una cestita vintage para los juguetes de nuestros hijos, un cestón para lleña a fin de no andar realizando malabares como un pulpo que intenta llevar todo en las manos, una hermosa cesta para bicicleta para su manillar, un cesto grande para abrir nuestro negocio de panadería, o bien para adornar con pequeñas cestas para masetas… En todos las situaciones va a ser más que servible conseguir una, o dos, o un juego terminado de cestas de mimbre natural.
No solo para cargar, sino para adornar el lugar de vida
La decoración de los interiores de tu lugar de vida se van a ver demasiado agradecidos por verse agraciados con la hermosura de canastos de mimbre como depósitos. Dejarán entender a todo el que que ingrese a nuestro lugar de vida que el diseño de interiores retro es nuestro fuerte.
Las cestas de mimbre son cool
Porque las cosas de antes, las hechas a mano por un artesano hábil, duran más y lucen mejor. Por que es importante en algún lugar de vida que busque retocar su decoración con aquello rústico, conseguir una cesta de setas, cestita, cestón, canastos de mimbre, con asas o sin ellas, con tapas o sin ellas, de uno o dos pisos pero adquirir un cesto de mimbre al fin.
¿Porqué comprar una cesta de mimbre para tu hogar?
No hay mejor deposito, más versátil y durable que un cesto de mimbre tranzado bien hecho. Son de esos muebles que vienen para quedarse, de esas utilidades que se heredan a los nietos. Porque las cestas de mimbre blancas nos recuerdan a aquella casa quinta de nuestros abuelos donde todo se almacenaba en mimbre trenzado hecho a mano, o quizás a esa panadería cuyo aroma a pan ardiente poseemos grabado en nuestras mentes hasta este día.